Destrucción / Corrupción reformuladas como transformaciones causales: partes formales / partes materiales
Las partes formales […] presuponen la forma del todo del que derivan, sin necesidad de ser semejantes a él, como ocurre con los trozos de cristal resultantes de la fractura de un jarrón; las partes materiales […] no conservan la forma del todo [28], como sería el caso del “polvo de cristal” de un jarrón machacado a conciencia. Una transformación real [91] puede implicar la demolición del sustrato H en un conjunto de partes materiales suyas, en cuyo caso la nueva forma del jarrón Y implicará una mayor contribución formal [753] del determinante causal X. Esto ocurre, por ejemplo, en la transformación de un grupo escultórico de bronce, o de unas campanas, en una batería de cañones de artillería, tras la fusión de una masa “amorfa” H. […] La distinción entre dos tipos de transformaciones causales, las que se conocen respectivamente como destrucción (de un sustrato) y corrupción (de ese mismo sustrato) estaría contenida, ejercitada, implícita, en la misma distinción etimológica entre el verbo latino rumpo-is, rupi, ruptum, rumpere (romper, cascar con fuerza, destruir) y el compuesto corrumpo, en el que se deja de lado la idea de romper desde fuera (Ernst Meillet, Diccionario etimológico, s.v. Rumpo). Corruptio tiene que ver con romper, y dará lugar a las palabras corruptus e incorruptus, que en el lenguaje de la Iglesia se corresponden con los términos griegos άϕθορος, άϕθορια. La destrucción, descomposición, rompimiento o ruptura (rumpere) de un sustrato se correspondería con la transformación por disgregación de un todo en sus partes materiales, si la disgregación de un todo en sus piezas “anatómicas”, que son partes formales, se corresponde con el latín confringo. La corrupción del sustrato correspondería a su transformación interna, o al menos con componentes endógenos, en función de los cuales las partes formales del sustrato, interactuando entre sí (de ahí el corrumpere), darían lugar a la transformación del sustrato originario en sustrato corrupto, en algunas de sus partes o en todas. De este modo, mientras que el rompimiento, ruptura, destrucción o descomposición del sustrato H en el montón de añicos Y en los cuales se ha transformado pueda llegar a cortar toda conexión morfológica entre el sustrato y sus añicos, en la corrupción del sustrato, el sustrato corrupto H no borra las huellas morfológicas H, puesto que esta ha de mantenerse presente para que su transformado se perciba como corrupto [756]. En cualquier caso, un sustrato destruido (fracturado, desmembrado, despiezado, “confringido”) no se confundirá con un sustrato corrompido. Entre otras cosas, porque las partes formales pueden, en algunos casos, sin alteración, volver a recomponerse; en cambio, las partes formales de un sustrato corrompido ya no podrán, en general, reutilizarse para reobtener el sustrato.